El equipo de oficina que apareció a finales del siglo XIX estuvo en uso hasta la década de 1970, cuando fue reemplazado por las computadoras. Ahora se considera obsoleto, pero al mirar más de cerca, la superioridad de las máquinas computarizadas de hoy no es tan obvia como se podría pensar. Esto es especialmente cierto cuando se tiene en cuenta la energía que se requiere para hacer funcionar ambas alternativas. Aunque ofrecía mejoras espectaculares sobre los métodos anteriores, y aunque podía realizar funciones similares a las de la tecnología de información digital actual, gran parte del equipo de oficina descrito anteriormente permaneció impulsado manualmente durante décadas.
La primera máquina de escribir electromecánica exitosa, la IBM Electromatic, se introdujo en 1935, y el gran avance llegó solo en 1961, con las muy exitosas máquinas de escribir IBM Selectric. A diferencia de una máquina de escribir tradicional, esta máquina usaba un elemento de escritura intercambiable, apodado la "bola de golf", que giraba hacia el carácter correcto y se movía a través de la página mientras se escribía.
Aunque los motores eléctricos se usaron en algunas de las calculadoras mecánicas ya en 1901, las calculadoras impulsadas eléctricamente se volvieron comunes solo entre las décadas de 1930 y 1950, dependiendo del tipo. Las calculadoras de rueda dentada permanecieron operadas manualmente hasta su desaparición en la década de 1970.
A diferencia de las máquinas de escribir y las calculadoras, el teléfono y el telégrafo no podían funcionar sin electricidad, que es la base de su operación. Sin embargo, en comparación con las redes de comunicaciones actuales, el uso de energía era pequeño: hasta finales de la década de 1950, casi todo el enrutamiento y la conmutación en la infraestructura telefónica y telegráfica se realizaba mediante operadores humanos que conectaban cables en tableros.
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