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La máquina de escribir libros

¿Cuál fue la primer novela en ser escrita con un procesador de texto?

¿Se tomaría Len Deighton, el exitoso novelista, la molestia de dar una caminata? Es 1968, y el técnico de IBM a cargo de repasar las máquinas de escribir de Deighton escucha de la asistente personal de Deighton, la Srta. Ellenor Handley, que ella se pasa retipeado docenas de veces los borradores de los capítulos de un nuevo estilo, para su último libro. El técnico, compasivo, le mencionó que IBM contaba con una máquina novel que podría ayudar con la novela. La había visto en el ultramoderno Shell Centre en la costa sur del Támesis, no muy lejos de su hogar de Merrick Square.

Pocas semanas después, Deighton se apeó fuera del inmueble, observando cómo los trabajadores quitaban una ventana de modo que poder introducir - usando una guinche en la terraza de su casa georgiana - la unidad de 100 kilogramos de peso. La máquina era la IBM MT/ST (Máquina de Escribir Selectric con Cinta Magnética), disponible al mercado europeo bajo el nombre de MT72. "Parado en la verdosa cuadra en la cual vivía, y al mirar toda esta actividád, tuve un sezgo de duda" - ofrece el autor, ahora de 84 años, en un correo electrónico reciente. "Estaba comenzando a pensar que había elegido una manera bastante inusual para escribir libros".

El día de hoy, seguramente la mayoría de los escritores de ficción trabajan con computadoras - laptops, por supuesto - y usan procesadores de texto como el resto de los mortales. Los catedráticos literarios generalmente dan crédito a La Vida en el Mississippi de Mark Twain como el primer manuscrito pasado al editor en forma mecanografiada. ¿Sería posible - me pregunté cuando domencé mi investigación en la historia literaria del procesamiento de texto un año y medio atrás - el localizar el primer trabajo que correspondiera a la era digital? La respuesta resulta ser el primer libro publicado por Deighton en 1970 con ayuda de la MT/ST, una novela curiosamente apropiada sobre la Segunda Guerra Mundial, titulada Bombardero.

Deighton era por entonces una sensación en el Atareado Londres. Su thriller de espionaje de 1982, Archivo Confidencial ("The Ipcress File"), lo había convertido en el autor candente del momento, y la película del mismo había lanzó al estrellato internacional a Michael Caine. Escribir sobre espionaje le daba a Deighton cierto perfil, uno que también disfrutaba como un editor de viajes para la revista Playboy. Sus espías - declaró Conrad Knickerbocker en 1965 en la revista Life - eran "modernos, entregados, atrapantes y moralmente relevantes". Pero Bombardero sería un libro más oscuro, serio y ambicioso, pues sus orígenes subyacen en la propia niñez de Deighton durante el Blitz londinence y sus experiencias como aviador de reconocimiento fotográfico para la Real Fuerza Aérea apentas concluída la guerra.

Bombardero sigue el curso de un ataque de la RAF, que tuvo lugar el 31 de junio de 1943, a través de los ojos de diferentes personajes - ingleses y alemanes, combatientes y civiles, tanto en el aire como en la tierra. Deighton dedicó miles de horas de investigación para su escrito, incluyendo visitas a los sitios y lugares indicados en el libro, investigaciones en los archivos militares, docenas de entrevistas al magnetófono, e incluso un cruce al Canal de la Mancha en un viejo bombardero alemán Heinkel 111 restaurado. Realizó notas meticulosas, codificadas todas ellas por color y sistematizadas con el empleo de referencias cruzadas. En ello, jalonó con mapas y cartas del clima europeo los muros de su hogar londinense, y los utilizó para desplegar un storyboard de la acción, disponiendo cintas y etiquetas que demarcaran las posiciones de los diferentes aparatos sobre el curso del libro de forma de asegurar continuidad narrativa (un recordatorio de las pizarras de presentación empleadas por las controladoras aéreas de la guerra para mantener el entendimiento situacional durante las incursiones de bombardeo reales).

Como muchos otros novelistas exitosos, Deighton no podía permitirse disfrutar de su musa en solitario. Ellenor Handley había trabajado con él en su hogar del sur londinense desde 1966. En un correo electrónico, Handley, hoy de 73 años y jubilada, detalló su rol en el proceso de escritura de Deighton. "Cuando comenzó, Len utilizaba una máquina de escribir IBM Golfball (nombre europeo de la IBM Selectric) para armar sus borradores", refiere. "Indicaba cambios a mano en la copia impresa, y luego yo debía actualizarlas a páginas o capítulos enteros según fuese necesario, remecanografiando todo. Llevaba mucho tiempo pero me gustaba, ya que me sentía una parte real en el proceso y crecía con el libro". Pero ucando la MT/ST quedó instalada en Merrick Square - el autor y su asistente recuerdan - fue la Srta. Handley quien la dominó.

Como muchas tecnologías novedosas, la MT/ST vió la luz realmente como una ingenio híbrido, una especie de centauro mecánico que consistía en dos dispositivos distintos fusionados con una alquimia que les permitiera trabajar en conjunto, el uno con el otro. En el mismo instante que un caracter resultaba impreso en la página por el complicado mecanismo de la máquina de escribir IBM Selectric, dicha presión de tecla también se registraba en forma de dato digital en un tarjeta magnética. No tenía pantalla, pero podía retroceder el carro y corregir un error en la página, lo que también resultaba en la corrección de los datos magnéticos. Entonces podían producirse una copia impresa inmaculada con sólo presionar un botón CAT ("concatenar"), a una velocidad de 150 palabras por minuto. Y lo que era más, el proceso de impresión podía detenerse mientras se estaba en modo "reproducción" para permitir así la insersión de texto intermedio: espaciado de oraciones, largos de línea, e incluso palabras subrayadas. Todas se ajustaban automaticamente a medida que se introducían las revisiones. En los EE.UU. la MT/ST se ofrecía por 10.000 dólares. Deighton alquiló la suya con opción a venta, como una apuesta contra su obsolescencia eventual. Al optar por el más caro de los cuatro modelos, contaba con un carrete de cinta de almacenamiento adicional (algo parecido a las unidades de discos flexibles dobles que comenzarían a acompañar a las computadoras personales una década o más tarde). El operador podía retener dos cuerpos diferentes de texto en el carrete listo "en línea", y luego unirlo con el otro carrete en el curso de la producción de las páginas finalizadas. Lo que hoy llamaríamos "unión de texto". Esto demostraría ser de particular utilidad y ventaja para un proyecto como Bombardero, título que abarcaba referencias cruzadas continuas entre los distintos episodios narrativos. La Srta. Handley también se hizo pródiga al sacar lustre a las funcionalidad que permitía usar códigos de marcado magnéticos especiales en las tarjetas. Esto otorgaba un acceso casi instantáneo a cualquier pasaje así delimitado. Esto resultaría crucial para asegurar consistencia en las porciones técnicas del manuscrito.

"Uno podría casi pensar que el procesador de texto (como lo llamaron, eventualmente) fue construido a mis requerimientos", me digo Deighton.

"Soy un trabajador lento, de modo que cada libro me ocupa más de un año, algunos me llevaron varios años - y siempre "construí" mis libros en lugar de escribirlos. Antes de que llegara la máquina IBM, empleaba tijeras y pegamento (uno de esos adhesivos blancos Copydex, verdaderamente) para agregar párrafos, armar páginas, y reordenar secciones de material. Habíendo sido entrenado como ilustrador, no vi razón para trabajar así desde inicio a fin. Razoné que una pintura no se comienza desde la esquina superior izquierda y se termina en la esquina inferior derecha. ¿Porqué debería un libro armarse entonces siguiendo una línea continua mecanografiada?".

Bombardero recibió amplias aclamaciónes tras su publicación en 1970. En el Reino Unido se lo considera como una de las grandes obras de ficchón sobre la Segunda Guerra Mundial, y ha sido alabado por Anthony Burgess y Kingsley Amis. Pero goza también de otra cocarda en la historia literaria. Deighton recalcó en el prefacio para la edición original "Tal vez sea este el primer libro en ser grabado enteramente en cinta magnética". Y a pesar de evitarse emplear por sí mismo el término en aquel entonces, ha de decirse también que fue la primer novela publicada labrada con un producto explícitamente comercializado como un "procesador de texto". ¿Pero no significa esto que lo fue años antes que el advenimiento de las primeras temrinales de oficina y computadoras personales?

Retrocediendo hasta finales de los años 50s, Ülrich Steinhilper - uno de los ejecutivos de la subsidiaria de IBM en Alemania - había acuñado el término Textverarbeitung (que literalmente significa "procesamiento de texto") en un esfuerzo interno por posicionar los productos de mecanografía en pie de igualdad con la poderosa división "procesamiento de datos" del Gigante Azul. Cuando la tecnología detrás de la MT/ST estuvo lista para el mercado, la descripción de "procesamiento de texto" resultó adoptada para aliviarle el dolor al comprador al ver la etiqueta del precio. Si bien la noción de que una de dichas unidades cayera en manos privadas no era un escenario anticipado ni por Steinhilper ni por IBM - mucho menos para encarar la escritura de ficción popular - Deighton rápidamente demostró que un novelista activo, responsable de producir cientos de páginas, y obsesionado con la calidad y la consistencia, bien podía ser el ejemplo de usuario de potencia más adecuado.

El biógrafo de Deighton y amigo de larga data, Edward Milward-Oliver, afirma que la adopción primigenia del procesamiento de texto, resulta consistente con un interés vivaz de Dieghton por la tecnología. Continuó siendo un pionero con las computadoras. Y mortalmente temeroso de perder un texto con cortes del suministro eléctrico, fue Deighton también el pionero en contar con una de las primeras fuentes de energía ininterrumpidas hechas a mano para el procesador de texto Olivetti que utilizaría a continuación (actualmente favorece laptops con Windows).

Literariamente, Bombardero fue pionero también de lo que hoy conoceríamos como tecno-thriller. "A veces", opina uno de sus personajes "creo que sólo las son las máquinas de Alemania luchando contra las máquinas de Inglaterra". Es posible que al esbozar dichas palabras, Deighton desconociera que el mismo ejecutivo alemán detrás del concepto de Textverarbeitung había volado con distinción aviones de combate Messerschmitt en la Luftwaffe durante los primeros años de la Segunda Guerra Mundial, convirtiéndose en As antes de ser derribado sobre Canterbury en Kent, donde fue capturado y enviado a un campo de prisioneros en Ontario - y desde donde escapó, varias veces. Luego de retirarse de IBM, Steinhilper fue asimismo autor de varios libros que relatan tales eventos, los cuales son populares aún entre los fanáticos de la aviación militar. Y por demás, trascurrida menos de una década desde la conclusión de Bombardero con aquella máquina, primera encarnación funcional del concepto de procesamiento de texto, Deighniton escribiría un relato clásico de no ficción sobre la Batalla de Inglaterra, aquella en la cual combatió Steinhilper. Publicado en 1977, lo intituló simplemente Caza.

Ya la historia detrás de Bombardero es una especie de tecno-thriller por derecho propio, una historia sobre el surgimiento de un nuevo tipo de texto, un tecnotexto, mediado no por software de computadora, sino por un sofisticado dispositivo electromecánico para almacenar y manipular palabras escritas. De la misma manera que Bombardero abrió senda con sus retratos complejos de personajes a ambos lados del Canal, también lo es la historia detrás del libro, con ese tipo de relaciones aún más complejas. La coincidencia histórica con Steinhilper es una. Y la otra es el rol de Handley, la mujer que realmente operaba la MT/ST como parte de un intenso sistema colaborativo para producir, organizar, y revisar la prosa de la novela. Las palabras de este tecnotexto indisputablemnte pertenecen a su autor, Len Dieghton. Pero las manos en la máquina de alta tecnología pertenecían a la Srta. Ellenor Handley, aquella que "se sintió parte del proceso y creció con el libro".

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